Nosotras como Trabajadoras Sexuales sufrimos constantes persecuciones, allanamientos, robo de sus pertenencias, discriminación, maltratos, pérdidas de fuentes laborales, abusos y coimas policiales. "Todas estas acciones son violencia, una violencia menos visible y muchas veces, ignorada" Remarcó Georgina Orellano- Secretaria General de AMMAR.
Impedir el ejercicio de nuestra actividad es violencia. La imposibilidad de poder decidir sobre nuestros cuerpos es violencia. Los constantes decretos provinciales y ordenanzas municipales que se sancionan a lo largo y ancho de país para cerrar lugares de trabajo, las leyes que buscan penalizar a nuestros clientes, la constante confusión entre la trata y trabajo sexual, es violencia.
La violencia nos lleva a la precarización de nuestras vidas y nos condena más a la clandestinidad y criminalización. Sólo con la aprobación de la LEY de regulación del Trabajo Sexual Autónomo será posible pensar en una ARGENTINA sin violencia hacia las Trabajadoras Sexuales.