2 de septiembre de 2013

Ammar participó de la IX Conferencia IASSCS sobre Sexo y Mercado

“Nuestros cuerpos no son ni de los proxenetas, ni de los tratantes, ni de los fiolos, ni de los amantes, ni de la policía, ni de las abolicionistas. No somos locas, ni tontas, ni mujeres de vida fácil. Somos sujetas de derechos, mujeres pensantes, luchadoras y soñadoras", sostuvieron las compañeras de Ammar.

Ammar participó de la IX Conferencia de la Asociación Internacional para el Estudio de la Sexualidad, Cultura y Sociedad (IASSCS) que se llevó a cabo en el hotel Bauen de la Ciudad de Buenos Aires, entre el 28 y 31 de agosto.

En particular las compañeras estuvieron exponiendo el viernes 30 en el panel “What do we talk about when we talk about sex work?” (¿De qué hablamos cuando hablamos de trabajo sexual?. Del mismo participaron Elena Reynaga, fundadora de Ammar y Secretaria Ejecutiva de la Redtrasex Perfil, Georgina Orellano, dirigente de Ammar, María Rigat, Directora de proyectos en Fundación Friedrich Ebert y politologa por la Universidad Nacional de Rosario, y Agustina Iglesias Skulj, doctora en derecho penal por la Universidad de Salamanca.

Los objetivos de esta mesa fueron reflexionar sobre el trabajo sexual y las consecuencias de su falta de reconocimiento y debatir sobre los discursos que igualan la trata de personas al trabajo sexual, desmitificando algunos de sus argumentos centrales.

El panel comenzó con la presentación de Georgina Orellano, quien leyó un documento elaborado con trabajadoras sexuales de la Ciudad de Buenos Aires. Entre otras cosas, en el documento las compañeras destacaron que “nuestros cuerpos no son ni de los proxenetas, ni de los tratantes, ni de los fiolos, ni de los amantes, ni de la policía, ni de las abolicionistas, ni del prohibicionismo. No somos víctimas, no somos tratadas, no somos objeto ni somos explotadas. Ni locas, ni tontas ni sumisas, ni malas madres, ni drogadictas. Ni de vida fácil. No somos menos o mejor que nadie. Somos sujetas de derechos, somos mujeres pensantes, soñadoras, luchadoras desde que nos levantamos hasta que nos acostamos”.

"Por otro lado, y a pesar de ser invisibilizadas, perseguidas estigmatizadas, atacadas, seguimos de pie resistiendo y luchando, queriendo que se apruebe la ley de trabajo sexual autonomo, queriendo que se termine el proxenetismo, que se nos reconozca y respete, hasta en algún momento de bronca e impotencia queríamos que se acabe el abolicionismo pero después recapacitamos y pensamos que sería mejor que sacaran sus libros de teorías de nuestros ovarios, que dejen de posicionarnos como sus enemigas y que comiencen a escucharnos y respetarnos como somos, como nos definimos, como queremos que nos llamen: TRABAJADORAS SEXUALES", sostuvo Georgina.

En segundo lugar, Agustina Iglesias expuso sobre el abolicionismo y su constante oposición a que se regularice el trabajo sexual. “Para estas mujeres la prostitución siempre es un abuso porque se entiende a la sexualidad como un campo de dominio masculino. Esto deja afuera cualquier noción de sexualidad femenina autónoma. Como consecuencia, la experiencia de las trabajadoras sexuales queda silenciada y anulada”.

Por otro lado, afirmó sobre la importancia de contar con la voz de las trabajadoras sexuales para discutir las políticas relacionadas al trabajo sexual y su amparo en los derechos humanos. “En muy pocos lugares las trabajadoras sexuales tienen la posibilidad de hablar desde su propia experiencia más allá de lo que digan investigadores u otros agentes que sean sensibles a la temática. En realidad lo que hay que promover es la voz de ellas mismas, que puedan ser escuchadas como ciudadanas, y que puedan ser sujetos de derechos con reivindicaciones propias y que deben ser ellas mismas las que piensen sobre como regular el trabajo sexual autónomo. No se puede seguir hablando por otras, no se puede seguir avasallando la voz de las compañeras”.

Por su parte, María Rigat habló de la diferenciación entre trata y trabajo sexual para dar cuenta de las distancias que existen entre el trabajo autónomo y el trafico y explotación de personas con fines sexuales. “La trata es un fenómeno que constituye un delito con privación de la libertad del individuo en diversos grados, supone el traslado para su posterior explotación, es una grave violación de los derechos de las personas. Por otro lado, hablamos de un sistema organizado de explotación sexual o prostitución de mujeres. O sea en la trata hay mujeres explotadas, locales cerrados, proxenetismo, complicidad policial, judicial, social e indiferencia. Y en muchos casos, aunque no siempre, clientes cómplices de estas explotaciones.”

La intervención final estuvo a cargo de Elena Reynaga quien se dirigió directamente al auditorio con sus palabras: “todavía hay muchas cosas que ustedes desconocen de nosotras. Hay un desconocimiento grande hacia lo que nos pasa como mujeres, como personas”. Así Elena interpeló al público, compuesto en su mayoría por jóvenes investigadores y estudiantes. También expuso sobre la complejidad de hablar de la sexualidad y cómo recién ahora –tras varios años de organización- ha implicado para las compañeras un proceso de re-afirmación en su sexualidad. “Antes nosotras no hablábamos de nuestra propia sexualidad. Éramos las primeras discriminadas y represoras. Nosotras íbamos a trabajar, no a sentir placer. Eso estaba mal. Si ya ser trabajadora sexual era malo, sentir placer era más malo todavía. No decíamos nada entre nosotras. Estar en la organización nos sirvió para empezar a sentir y a no avergonzarnos de nuestra sexualidad. Porque la verdad ¿a quién tenemos que darle cuenta? A nadie”.

Por último, las compañeras contaron sobre las resistencias y oposiciones que constantemente encuentran en ciertos sectores políticos y sociales, llamativamente protagonizado muchas veces por mujeres. “las grandes opositoras a nuestra lucha –tanto en los partidos de izquierda, en los sindicatos, en la academia y en la militancia- son las mujeres. Es impresionante el nivel de agresión que expresan hacia nosotras, no nos quieren escuchar. Les pedimos que no usen su lugar de poder para cerrarnos las puertas y no escucharnos. Cuando nos descalifican, nos gritan o dicen barbaridades sobre nosotras, yo creo que se sienten amenazadas por nosotras. Esas mismas mujeres han apoyado en Argentina la ley de identidad de género, la ley de matrimonio igualitario, pero con nosotras son totalmente opositoras”.

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