A las 20 horas del día jueves 12 de agosto, el cine El Cairo -recuperado por el gobierno provincial santafecino- explotaba en el hall y en la angostita calle Santa Fe, a metros de mítico bar del mismo nombre, inmortalizado por Roberto Fontanarrosa y “su mesa de los galanes”.
Adentro, las compañeras de ammar -Rosario, espléndidamente arregladas, miraban curiosas lo que sucedía en la antesala. Minutos después conmoverían al auditorio con una escena que las tuvo como protagonistas en la película.
La querida actriz Ana María Giunta, la cara más conocida, saludaba y se abrazaba, solidaria como siempre, con la directora y sus compañeros de elenco y técnicos. Era el nacimiento verdadero de una epopeya de mística cinematográfica, valentía política, prepotencia de trabajo y el incalculable apoyo moral, político y humildemente económico de ammar : los elementos usados por la directora Lucrecia Mastrángelo, junto al apoyo del INCAA y el estado santafecino, para llegar a los 35 milímetros soñados por cualquier videasta.
La experimentada realizadora del largometraje documental agradeció emocionada el apoyo de tantos y sentó postura sobre el cine que propone y los temas que persigue con su cámara: pobreza, violencia familiar, derechos humanos y la vida militante de nuestra compañera.
Posteriormente, Elena Reynaga habló como una trabajadora sexual a la que le mataron una amiga sin detenerla a ella ni a su organización ni a sus compañeras.
Después se apagaron las luces y como si fuera el león de la Metro, aparecieron los logos de la CTA, de ammar y de la RedTraSex. Luego vino una historia bien contada con los testimonios de Víctor De Gennaro, la propia Elena, Nora Cortiña, el fiscal, el abogado del acusado, el juez, el periodista Carlos Del Frade, las compañeras rosarinas de Sandra (Claudia Lucero, Miriam Auyeros, Haydee Sarrias y Susana Gomez) y los legisladores que dieron una mano. Y la ficción bien actuada, creíble y respetuosa de la vida de Sandra. Una verdad cruda y dolorosa y una bailarina alegórica que recibió piadosa el tiro del final.
“Sexo, Dignidad y Muerte” es la película de un crimen, de una luchadora, de una compañera que no la detuvo ni el miedo ni la prudencia. Es el desmascaramiento de una Policía Federal proxeneta y narcotraficante acusada de sacarse de encima un problema de un balazo en la nuca. Es la historia de una organización que lejos de frenarse por el terror siguió y creció. Y obtuvo un triunfo soñado por Sandra: la derogación de los edictos policiales.
Una historia de impunidad latente y resistencia, de organización y valentía, de logros y de ausencias. Una herida que no cierra y una realidad que ya no es tan cruda gracias al legado que ella nos dejó.
Y la hermosa oportunidad de vernos como militantes de ammar , de la RedTraSex y de la CTA en la pantalla gigante de los documentales políticos y sociales de nuestro país.
Una película para verla... por Sandra, por nosotras y por el cine.